La amistad se presenta cuando dos o más individuos se relacionan entre sí de acuerdo a situaciones, elementos o características que tienen en común, por ejemplo, intereses personales, placeres, gustos o cualidades. Donde para hacer amigos se necesita respeto, comprensión y estima.
Pero, profundizando aún más, decimos que la amistad es un tipo de amor que responde a nuestra tendencia a relacionarnos con las personas de nuestro entorno, especialmente con los que tenemos más afinidad con el fin de compartir, de no estar solos, de compartir tiempo, experiencias, aficiones e intimidad. Es un afecto desinteresado y recíproco que se alimenta con el trato y tiende a crecer. Si en una amistad no hay trato puede que se enfríe tanto que desaparezca.
De tal manera, los amigos no imponen sus ideas, de hecho, tienden a debatir, compartir diferentes anécdotas o cosas, llegan a diferentes acuerdos para evitar quedar en malos términos, respetan las opiniones e impulsan al resto a salir adelante.
Donde una amistad será sincera, siempre y cuando la persona lo de todo de sí sin esperar nada a cambio, aunque es necesario que el interés, la predisposición, la continuidad y el vínculo sean recíprocos. Por otro lado, una verdadera amistad debe ser cuidada y aunque no sea necesario mantener el contacto físico o directo para conservar una amistad, deben encontrarse otras formas de comunicación.
Decía Freud: “si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”. Una cosa es compartir gustos, aficiones e intimidad con los amigos y otra pensar igual. La amistad real ha de mejorarnos, fomentar nuestra personalidad, y hacernos sentir libres. Nuestros amigos también han de sentirse así con nosotros.
Sabemos entonces que, la amistad es un regalo, pero no sólo hay que esperarlo, también hay que salir en su búsqueda. Es un sentimiento capaz de saltar por encima de cualquier diferencia, de defectos, de limitaciones. Al amigo le queremos por cómo es, con desinterés. Se acepta su forma de ser, sus límites, valoramos a la persona en sí, no por lo que me aporta, por lo que me divierto con ella, no por lo superficial, la verdadera amistad llega más al fondo, llega al ser de la persona, a su esencia.
Es cierto que algunas amistades desaparecen con el tiempo, mientras que otras perduran por muchísimos años e incluso toda la vida. Y la verdad, no importa cuál de los dos casos se presente, en ambos, el valor de la amistad se fortalece, se vuelve una relación preciada e incalculable.
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