Los malos hábitos afectan tu vida, ponen en peligro tu salud y te restan energía física y mental.
Los hábitos son comportamientos en los que nos involucramos de forma rutinaria y en repetidas ocasiones, sin los cuales sería muy difícil realizar muchas de las tareas que hacemos a diario. De hecho, si somos eficientes en la realización de tareas complejas, es porque las aprendimos y las internalizamos, lo cual nos permite realizarlas sin pensar. Sin embargo, algunos se convierten en malos hábitos. Hablar, caminar, escribir, conducir o tocar un instrumento, por ejemplo, son algunas habilidades que ahora están arraigadas en nuestro sistema.
Nuestro cerebro no tiene que pensar para ejecutarlas, por lo que somos capaces de llevarlas a cabo rutinariamente, sin esfuerzo consciente. Por lo tanto, podemos concluir que los hábitos son muy útiles para nosotros. Sin embargo, hay hábitos que hemos formado que no son tan productivos y que se consideran malos.
Es el caso de la costumbre de morderse las uñas, los tics faciales o el movimiento incontrolado de los pies mientras se espera, por ejemplo. Estos hábitos pueden ser muy molestos y desagradables para otros en situaciones sociales.
Hábitos como regañar, criticar, la búsqueda de atención en los demás o la manipulación también se pueden considerarse molestos.
Al igual que ocurre con los hábitos que nos ayudan positivamente en las tareas habituales del día a día y en el trabajo, también nos involucramos en estas actividades negativas sin hacer ningún esfuerzo consciente; las cuales, en vez de ayudarnos, pueden volverse contra nosotros. Por lo tanto, es importante romper estos malos hábitos para mejorar las conexiones interpersonales, las etiquetas sociales y nuestro crecimiento personal.
Los siguientes 8 consejos te ayudarán a dejar los malos hábitos:
- Define de qué costumbres o malos hábitos deseas liberarte: El primer paso para cambiar malos hábitos es hacer una lista con todas esas rutinas o costumbres que deseas modificar o eliminar de tu vida. ¡No importa lo larga que sea!
- ¿Qué te aportan esos hábitos negativos?: ¿Tienes ya esa lista? Estupendo. Pues es el momento de pensar en lo positivo que te aportan esas malas costumbres. Por ejemplo: ¿quizá tu sedentarismo está relacionado con que necesitas relajarte tras el trabajo debido al estrés? Piensa en tus motivos porque están en relación con el siguiente punto.
- Busca otra actividad que sustituya a ese mal hábito: Siguiendo con el ejemplo del punto anterior, ¿y si en vez de hacer el vago en el sofá cada tarde buscas alguna actividad concreta de relajación? Seguro que hay alguna que realmente funcione para tu estrés. De nuevo, coge papel y lápiz y haz una lista de posibles actividades sustitutivas para cambiar ese mal hábito.
- Planifica esa nueva actividad: Incluir un nuevo hábito en tu rutina puede ser complicado, así que tendrás que hacerle un hueco (pero de verdad) o buscar a alguien que te acompañe y te ayude a introducirlo en tu día a día.
- ¡Empieza despacio!: A veces, los objetivos son costosos y a largo plazo. ¿Quién consigue correr una maratón tras entrenar tan solo unas pocas semanas? Tómatelo con calma y, si tu meta está demasiado lejos, establece objetivos a corto plazo que te ayuden a avanzar.
- Busca compañía: Buscar aliados para evitar malos hábitos puede ser una buena forma de realmente conseguirlo. Y es que en ocasiones es más fácil defraudarnos a nosotros mismos que a los demás.
- Divide tu objetivo: Aunque tu meta esté muy lejos, lo cierto es que cada paso que das te acerca a ella, así que establece objetivos a corto plazo para además reforzar tu estima al alcanzar logro tras logro.
- Ten presentes los beneficios de dejar los malos hábitos: Nadie genera un cambio si no tiene nada que ganar. ¿Qué sentido tiene para ti ese cambio? Búscalo y tenlo muy presente durante tu camino hacia la meta.